Muy a menudo, pues está en el mismo camino hacia la estación de tren, cada día al ir a trabajar me he encontrado siempre con este conocido escudo puestecito allí en la acera.
El artista, o los artistas que decidieron cambiar el monotono dibujo del pavimento dejaron allí plasmado su amor por los colores rojiblancos. Para que iban a seguir poniendo los adoquines con esas tristes lineas horizontales, todas igualitas.
Cada vez que lo veo, alucino, pues allí sigue desde hace ya varios años.
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