Se va colando tranquilo, como quien no quiere la cosa, despacito sin meter mucho ruido para no asustar. Poco a poco la gente va olvidando el ir y devenir estival, el ajetreo de la vida en la calle se sustituye por la calidez de las casas o de los espacios más resguardados.
La madurez del año nos trae otros placeres, eso siempre que se aparte con determinación la pereza y no nos dejemos amedrentar por los primeros soplos del frío y la melancólica lluvia de este tiempo.
Una balada para acompañar el compás del aguacero sobre los cristales de tus ventanas.
Otoño de Medina Azahara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario