SEREMOS ROBIN HOOD
Allí estaba en pie, delante del banco, con mi gorra en las
manos, la cabeza baja, mi hermana y mi madre junto a mi, en silencio. Levante
ligeramente los ojos, el cura bebía lentamente de su copa, el mismo ritual de
siempre. Llevaba su dalmática dorada y púrpura. ¡Como relucía en el
altar! era la cosa más lujosa que había visto jamás. Entorne la mirada hacía mi
madre, con su vestido de domingo, que tendría como cien años. Era tan viejo el
pobre vestido, que comenzaba a perder hasta sus colores. Que delgada estaba,
como no iba a estarlo, si con tanto decreto ya no teníamos casi para
comer. De repente giro la cabeza hacía
mí y me clavo esos ojos que decían "Que miras, bobo, muestra un poco de
respeto o veras cuando salgamos de aquí". Eso era suficiente para que
bajase la mirada hasta el mismo cura.
Por fin termino la misa. Me escabullí de mi madre y me
dirigí hacia la tapia donde sabía que me esperaba el resto de mi pandilla. Mi
hermanita me seguía unos metros por detrás. "Que mocosa mas pesada"-
pensé. Cuando llegué ya estaban allí esperando. Los cuatro sentados en la
tapia, con los pies colgando, no sabría decir cual llevaba los zapatos mas
viejos.
- Te has traído al estorbo- me dijo Erick sonriendo.
"Niña estúpida, siempre avergonzándome"- pensé
mientras le gritaba- ¡Vete a casa mocosa. Que pintas tu con unos chicos de once
años!.- Ella agacho la cabeza, giro sobre sus pies de siete añitos y desanduvo la
calle mirando de vez en cuando hacía atrás. Al llegar a la última puerta se
detuvo, se sentó en la acera y comenzó a jugar con las piedras del suelo.
-Bueno, ¿como sigue el señor cura?- pregunto Erick con ese
tono sarcástico tan característico de él. Erick y Will se solían librar de ir a
misa porque su madre siempre estaba ocupada cuidando de su padre y su padre
siempre estaba ocupado cuidando de vaciar el vino de la taberna.
-Ese hombre cada día esta más gordo- dijo Pit que había
estado dos bancos detrás de mí en la iglesia- Cualquier día reventara en mitad
de la misa.
-Ese día entrare yo a la iglesia- dijo Will. Todos reímos.
-¿Que es lo que comerá?- murmuro tímidamente John mirando
hacía su estomago, parecía hablar con él en lugar de con el resto. Tenía
hambre. Lo cierto es que todos la teníamos. Casi no había ni un bocado que
llevarse a la boca y la mitad de la comida que conseguíamos era de estraperlo.
- Seguro que come pan recién hecho, con huevos- Suspiro Pit.
- Y un montón de carne- grito Will indignado.
Ahora era yo el que miraba mi estomago, ¡como rugía!
- Es una vergüenza- continuo Will- la gente pasa hambre y el
engordando sin parar.
- También ayuda a los pobres- dije tímidamente- el cestillo
siempre esta lleno de monedas.
- Vamos Thomas- me encaro Erick- ayuda a los pobres a costa
de los pobres. Robin Hood ayudaba a los pobres. Este se come esas monedas.
- Habría que hacer algo- dijo Will envalentonándose- habría
que quitarle ese dinero y dárselo a los que lo necesitan. Como Robin Hood.
-¡Estas loco!- grite.
- ¿Por qué?, le estamos ahorrando el trabajo, ¿no es para
los pobres?- otra vez el sarcasmo de Erick.
- Pero no podemos hacer eso, si nos pillasen...- la voz de
John solo era un susurro.
- No seáis gallinas- dijo Pit que siempre seguía a ciegas a
los dos hermanos.
-Piénsalo Thomas- me
dijo Will- no es para nosotros, lo repartiremos. No estamos robando,
simplemente cumpliremos con su fin.
A mi mente acudió el recuerdo reminiscente de la
túnica dorada y púrpura del párroco. Lo cierto es que yo tampoco tenía la
impresión de que esas monedas llegasen alguna vez a su destino.- Bueno y que
proponéis- dije viniéndome arriba.
-Pero Thomas...- me dijo John con aire de no creer lo que
había oído.
-Vamos John, solo le ahorramos el trabajo de repartirlo- le
dije.
-Eso es- grito Erick.
- ¿Cual es el plan?- pregunto Pit bajando la voz hasta un
susurro.
-Veamos- dijo Will con aspecto pensativo- Erick y yo no
solemos entrar en la iglesia, así que nos quedaremos fuera para no levantar
sospechas y haremos de cortafuegos, entreteniendo a los que quieran
entrar.
-Yo también me quedare fuera- Se apresuro a decir John.
- No John, tu iras de zaguero. Te quedaras escondido
dentro de la iglesia y silbaras si ves algo raro- le contesto Will.
-¿Y nosotros?- pregunte sabiendo la respuesta de antemano.
- Pit y tú haréis el trabajo sucio- dijo Erick.
"Lo suponía"- pensé.
- Cuando el cura deje el dinero en la sacristía- continuo
Erick- entraréis y lo cogeréis.
- Claro, que fácil- ahora el sarcástico era yo- y si vuelve
el cura ¿que? Alguien tiene que entretenerlo.
Los cinco quedamos pensativos.
-¿Que tal el estorbo?- Dijo Pit triunfalmente.
En ese momento quise matar a Pit- No, ella no sirve, es una
mocosa- me apresure a decir.
- Por eso es perfecta, nadie sospechara- exclamo Will- puede
tirar una de las velas, eso enfurecerá al cura.
- ¡No! Seguro que lo estropea- dije con un tono desesperado
-¿Que pasa Thomas?¿Es que quieres a tu hermanita?- pregunto
Erick.
-¿Yo? que dices, es que ella no vale, seguro que se chiva en
cuanto vea al cura- dije agarrándome a un clavo ardiendo.
-Vamos Thomas, si que es verdad que la quieres- dijo Pit con
una risita.
-¡Que dices!- en ese momento odiaba a Pit mas que a nadie-
de acuerdo, pero es una niña estúpida y seguro que nos pillan.
- ¡Claris ven!- ya estaba llamando Erick cuando yo aún no
había terminado mi frase.
Ella se acerco con una sonrisa en la cara. Erick me dio un
codazo.
- Claris- le dije con la voz más dulce que fui capaz- tienes
que hacer algo por nosotros, es muy importante, y no puedes decir nada a nadie
nunca. Si haces lo que te digo tendrás un premio.- Ella me miro sonriendo y
asintió.
-El domingo siguiente, al terminar la misa, te acercaras al
altar y tiraras una vela, ¿lo harás?. le dijo Will suavemente.
-Vale- dijo Claris sin dudarlo.
"Esta mocosa no se entera de lo que la espera, ya veras
el cura"- pensé.
- Pues ya esta hecho- grito Erick- Seremos como Robin Hood.
-¡Si!- coreamos todos triunfalmente.
Por fin llego el día, ya era el domingo siguiente. La misa
termino y nosotros nos escabullimos de mi madre como siempre. Solo que en lugar
de dirigirme a la tapia me volví a colar en la iglesia con Claris de mi mano.
Todos estaban en sus puestos. Erick y Will, a unos pocos
metros de la puerta de la iglesia, disimulaban haciendo que jugaban a los
chinos. Un nerviosismo frenético me invadía, quería que todo terminase cuanto
antes. "¿Como me he metido en esto?" me preguntaba. Dentro Pit y John
habían encontrado un sitio perfecto, cerca de la sacristía una columna dejaba
una sombra entre ella y la pared que les ocultaba de todas las miradas. La
iglesia estaba vacía y en silencio, empuje a mi hermana hacia el alta y me
dirigí sigilosamente hacia ellos.
-Esto no va a salir bien- murmuro John.
-Schissss- Pit estaba pálido.
"Ahora no eras tan valiente"- pensé.
Desde nuestro escondite vimos a Claris caminar lentamente
hacia las velas, ya estaba muy cerca. En ese momento sonó una puerta al fondo
de la iglesia y el sonido de unos pasos. ¡El cura!. los tres retrocedimos
contra la pared y tratamos de contener la respiración. Claris extendió su
manita y golpeo uno de los cirios que cayó con gran estruendo en el silencio de
la iglesia. Los pasos se detuvieron.
-¡Que haces ahí niña!- grito el cura corriendo hacia mi
hermana. Ella se quedo inmóvil mirándole con sus ojos inocentes. El cura se
agacho y recogió la vela del suelo. -¿No te han enseñado a respetar lo que es
sagrado? Pues yo te enseñare- y cogiéndola de una oreja se la llevo por donde
había venido. Ella no dijo ni una palabra.
Los tres nos habíamos quedado paralizados. Yo levante la
cabeza y mire a mis amigos. Con los ojos les decía "Esa es mi hermana,
veis que valiente es"- estaba orgulloso de ella.
-Ahora- dijo la voz de Pit sacándonos de nuestro estupor.
Pit y yo salimos de nuestro escondite apresuradamente,
entramos en la sacristía, y allí, sobre una mesa, estaba el cesto lleno de
monedas. Lo tomé en mis manos y vacíe el contenido en mis bolsillos. Pit y yo
nos miramos, lo teníamos. ¡Corre! le dije. y los dos salimos precipitadamente
de allí.
- Corre- le grito Pit a John sin detenerse y los tres nos
dirigimos a la calle. Allí nos esperaban Erick y Will.
-¡Correr!- les grito John. Y todos comenzamos a correr sin
dirección. En nuestra loca huida olvidamos todos nuestros planes, y presas como
éramos del miedo, el nerviosismo y la euforia cada uno tiro por una calle sin
pensar si el resto le seguían.
Cuando considere que ya estaba lo suficientemente lejos y no
había peligro, me detuve. Mire a mi alrededor, estaba solo, ¿donde estarán los
demás?- pensé. Comencé a deambular por las calles para ver si los veía, pero
las monedas me quemaban en los bolsillos y un sentimiento de temor comenzó a
invadirme "¿y si les han cogido? ¿y si me delatan? Tengo que hacer
algo"- Así que tome una decisión- "Me iré a casa, esconderé las
monedas y esperare. Eso será lo mejor"
Llegue sin inconvenientes hasta casa, empuje la puerta y
entre. Allí estaba mi madre, sentada, con su vestido descolorido, parecía
triste y preocupada. En ese momento metí la mano en uno de los bolsillos y mis
dedos tropezaron con las monedas.
-"¿Por qué no?"- me dije- "nosotros también
somos pobres y lo necesitamos. Con una de estas monedas ella podrá comprase
otro vestido"- Así que encerré una de ellas en mi puño y me dirigí a mi
madre. Me pare delante de ella, extendí el brazo y abrí mi mano donde relucía
aquel tesoro.
-Toma para ti- le dije orgulloso de mi gran acción. Ella
miró la moneda y después me miró a mi,
estupefacta.
-"No sabe que decir"- pensé mientras me invadía un
sentimiento de jubilo. Ese sentimiento desapareció cuando de repente mi madre
dijo: -¿De donde has sacado esto?- y la mirada que yo ciegamente había creído
de orgullo hacia mí se transformo en una mirada de enfado y desconfianza.
- Dime ahora mismo Thomas de donde la has sacado- me grito
zarandeándome del brazo. Esto no es lo
que yo esperaba. Estaba tan asombrado que no se me ocurría ninguna respuesta.
¿Por qué no se alegraba?
-Es un regalo mama- balbuceé.
-¿Pero que regalo? ?Que dices, bobo? La gente no regala
monedas. O me dices de donde a salido o te vas a enterar.
- Del cestillo de la iglesia- dijo una vocecita desde la
puerta, era Claris que acababa de entrar y nos miraba asustada- ¿que pasa mama?
-"Oh no"- pensé- "¡Esto es el fin! Como se le
ocurre decir algo así a esta niña estúpida". Todo el orgullo que había
sentido aquel día por ella se borro de un plumazo, volvíamos a la realidad-
"Niña estúpida, te vas a enterar cuando esto termine"- me repetía a
mi mismo.
-¿De la iglesia? ¡De la iglesia!- grito mi madre- Dios mío- dijo santiguándose- ¿Como se
te ha ocurrido? ¿ Que clase de hijo he criado?
-Pero mama, somos Robin Hood- acerté a decir
-¿Que Robin Hood? ¿Eres tonto hijo?
En ese momento hubiese querido ser el pájaro ese de los
dibujos de las tazas de té, ¿como se llamaba?. Zas!!! El bofetón de mi madre me
regreso a la realidad.
-Esto lo arreglo yo- dijo y agarrándome de la oreja me saco
por la puerta.
¡Ahora si que estaba perdido!
Al domingo siguiente allí estaba otra vez. En pie, delante
del banco, con mi gorra en las manos, la cabeza baja, en silencio. Mi madre
estaba junto a mi y mis amigos esparcidos por los bancos de detrás. ¡Todos mis
amigos! Todavía nos dolía la paliza de nuestras madres y del cura, y aún nos
esperaba el castigo mas largo de la historia de los castigos.
Suspire-"Quisiera ser un colibrí".
FIN
Aurora Pastor
Agosto 2014