jueves, 28 de agosto de 2014

Seremos Robin Hood.











SEREMOS ROBIN HOOD




Allí estaba en pie, delante del banco, con mi gorra en las manos, la cabeza baja, mi hermana y mi madre junto a mi, en silencio. Levante ligeramente los ojos, el cura bebía lentamente de su copa, el mismo ritual de siempre. Llevaba su dalmática dorada y púrpura. ¡Como relucía en el altar! era la cosa más lujosa que había visto jamás. Entorne la mirada hacía mi madre, con su vestido de domingo, que tendría como cien años. Era tan viejo el pobre vestido, que comenzaba a perder hasta sus colores. Que delgada estaba, como no iba a estarlo, si con tanto decreto ya no teníamos casi para comer. De repente  giro la cabeza hacía mí y me clavo esos ojos que decían "Que miras, bobo, muestra un poco de respeto o veras cuando salgamos de aquí". Eso era suficiente para que bajase la mirada hasta el mismo cura.

Por fin termino la misa. Me escabullí de mi madre y me dirigí hacia la tapia donde sabía que me esperaba el resto de mi pandilla. Mi hermanita me seguía unos metros por detrás. "Que mocosa mas pesada"- pensé. Cuando llegué ya estaban allí esperando. Los cuatro sentados en la tapia, con los pies colgando, no sabría decir cual llevaba los zapatos mas viejos.

- Te has traído al estorbo- me dijo Erick sonriendo.

"Niña estúpida, siempre avergonzándome"- pensé mientras le gritaba- ¡Vete a casa mocosa. Que pintas tu con unos chicos de once años!.- Ella agacho la cabeza, giro sobre sus pies de siete añitos y desanduvo la calle mirando de vez en cuando hacía atrás. Al llegar a la última puerta se detuvo, se sentó en la acera y comenzó a jugar con las piedras del suelo.

-Bueno, ¿como sigue el señor cura?- pregunto Erick con ese tono sarcástico tan característico de él. Erick y Will se solían librar de ir a misa porque su madre siempre estaba ocupada cuidando de su padre y su padre siempre estaba ocupado cuidando de vaciar el vino de la taberna.

-Ese hombre cada día esta más gordo- dijo Pit que había estado dos bancos detrás de mí en la iglesia- Cualquier día reventara en mitad de la misa.

-Ese día entrare yo a la iglesia- dijo Will. Todos reímos.

-¿Que es lo que comerá?- murmuro tímidamente John mirando hacía su estomago, parecía hablar con él en lugar de con el resto. Tenía hambre. Lo cierto es que todos la teníamos. Casi no había ni un bocado que llevarse a la boca y la mitad de la comida que conseguíamos era de estraperlo.

- Seguro que come pan recién hecho, con huevos- Suspiro Pit.

- Y un montón de carne- grito Will indignado.

Ahora era yo el que miraba mi estomago, ¡como rugía!

- Es una vergüenza- continuo Will- la gente pasa hambre y el engordando sin parar.

- También ayuda a los pobres- dije tímidamente- el cestillo siempre esta lleno de monedas.

- Vamos Thomas- me encaro Erick- ayuda a los pobres a costa de los pobres. Robin Hood ayudaba a los pobres. Este se come esas monedas.

- Habría que hacer algo- dijo Will envalentonándose- habría que quitarle ese dinero y dárselo a los que lo necesitan. Como Robin Hood.

-¡Estas loco!- grite.

- ¿Por qué?, le estamos ahorrando el trabajo, ¿no es para los pobres?- otra vez el sarcasmo de Erick.

- Pero no podemos hacer eso, si nos pillasen...- la voz de John solo era un susurro.

- No seáis gallinas- dijo Pit que siempre seguía a ciegas a los dos hermanos.

-Piénsalo Thomas-  me dijo Will- no es para nosotros, lo repartiremos. No estamos robando, simplemente cumpliremos con su fin.

A mi mente acudió el recuerdo reminiscente de la túnica dorada y púrpura del párroco. Lo cierto es que yo tampoco tenía la impresión de que esas monedas llegasen alguna vez a su destino.- Bueno y que proponéis- dije viniéndome arriba.

-Pero Thomas...- me dijo John con aire de no creer lo que había oído.

-Vamos John, solo le ahorramos el trabajo de repartirlo- le dije.

-Eso es- grito Erick.

- ¿Cual es el plan?- pregunto Pit bajando la voz hasta un susurro.

-Veamos- dijo Will con aspecto pensativo- Erick y yo no solemos entrar en la iglesia, así que nos quedaremos fuera para no levantar sospechas y haremos de cortafuegos, entreteniendo a los que quieran entrar.

-Yo también me quedare fuera- Se apresuro a decir John.

- No John, tu iras de zaguero. Te quedaras escondido dentro de la iglesia y silbaras si ves algo raro- le contesto Will.

-¿Y nosotros?- pregunte sabiendo la respuesta de antemano.

- Pit y tú haréis el trabajo sucio- dijo Erick.

"Lo suponía"- pensé.

- Cuando el cura deje el dinero en la sacristía- continuo Erick- entraréis y lo cogeréis.

- Claro, que fácil- ahora el sarcástico era yo- y si vuelve el cura ¿que? Alguien tiene que entretenerlo.

Los cinco quedamos pensativos.

-¿Que tal el estorbo?- Dijo Pit triunfalmente.

En ese momento quise matar a Pit- No, ella no sirve, es una mocosa- me apresure a decir.

- Por eso es perfecta, nadie sospechara- exclamo Will- puede tirar una de las velas, eso enfurecerá al cura.

- ¡No! Seguro que lo estropea- dije con un tono desesperado

-¿Que pasa Thomas?¿Es que quieres a tu hermanita?- pregunto Erick.

-¿Yo? que dices, es que ella no vale, seguro que se chiva en cuanto vea al cura- dije agarrándome a un clavo ardiendo.

-Vamos Thomas, si que es verdad que la quieres- dijo Pit con una risita.

-¡Que dices!- en ese momento odiaba a Pit mas que a nadie- de acuerdo, pero es una niña estúpida y seguro que nos pillan.

- ¡Claris ven!- ya estaba llamando Erick cuando yo aún no había terminado mi frase.

Ella se acerco con una sonrisa en la cara. Erick me dio un codazo.

- Claris- le dije con la voz más dulce que fui capaz- tienes que hacer algo por nosotros, es muy importante, y no puedes decir nada a nadie nunca. Si haces lo que te digo tendrás un premio.- Ella me miro sonriendo y asintió.

-El domingo siguiente, al terminar la misa, te acercaras al altar y tiraras una vela, ¿lo harás?. le dijo Will suavemente.

-Vale- dijo Claris sin dudarlo.

"Esta mocosa no se entera de lo que la espera, ya veras el cura"- pensé.

- Pues ya esta hecho- grito Erick- Seremos como Robin Hood.

-¡Si!- coreamos todos triunfalmente.



Por fin llego el día, ya era el domingo siguiente. La misa termino y nosotros nos escabullimos de mi madre como siempre. Solo que en lugar de dirigirme a la tapia me volví a colar en la iglesia con Claris de mi mano.

Todos estaban en sus puestos. Erick y Will, a unos pocos metros de la puerta de la iglesia, disimulaban haciendo que jugaban a los chinos. Un nerviosismo frenético me invadía, quería que todo terminase cuanto antes. "¿Como me he metido en esto?" me preguntaba. Dentro Pit y John habían encontrado un sitio perfecto, cerca de la sacristía una columna dejaba una sombra entre ella y la pared que les ocultaba de todas las miradas. La iglesia estaba vacía y en silencio, empuje a mi hermana hacia el alta y me dirigí sigilosamente hacia ellos.

-Esto no va a salir bien- murmuro John.

-Schissss- Pit estaba pálido.

"Ahora no eras tan valiente"- pensé.

Desde nuestro escondite vimos a Claris caminar lentamente hacia las velas, ya estaba muy cerca. En ese momento sonó una puerta al fondo de la iglesia y el sonido de unos pasos. ¡El cura!. los tres retrocedimos contra la pared y tratamos de contener la respiración. Claris extendió su manita y golpeo uno de los cirios que cayó con gran estruendo en el silencio de la iglesia. Los pasos se detuvieron.

-¡Que haces ahí niña!- grito el cura corriendo hacia mi hermana. Ella se quedo inmóvil mirándole con sus ojos inocentes. El cura se agacho y recogió la vela del suelo. -¿No te han enseñado a respetar lo que es sagrado? Pues yo te enseñare- y cogiéndola de una oreja se la llevo por donde había venido. Ella no dijo ni una palabra.

Los tres nos habíamos quedado paralizados. Yo levante la cabeza y mire a mis amigos. Con los ojos les decía "Esa es mi hermana, veis que valiente es"- estaba orgulloso de ella.

-Ahora- dijo la voz de Pit sacándonos de nuestro estupor.

Pit y yo salimos de nuestro escondite apresuradamente, entramos en la sacristía, y allí, sobre una mesa, estaba el cesto lleno de monedas. Lo tomé en mis manos y vacíe el contenido en mis bolsillos. Pit y yo nos miramos, lo teníamos. ¡Corre! le dije. y los dos salimos precipitadamente de allí.

- Corre- le grito Pit a John sin detenerse y los tres nos dirigimos a la calle. Allí nos esperaban Erick y Will.

-¡Correr!- les grito John. Y todos comenzamos a correr sin dirección. En nuestra loca huida olvidamos todos nuestros planes, y presas como éramos del miedo, el nerviosismo y la euforia cada uno tiro por una calle sin pensar si el resto le seguían.

Cuando considere que ya estaba lo suficientemente lejos y no había peligro, me detuve. Mire a mi alrededor, estaba solo, ¿donde estarán los demás?- pensé. Comencé a deambular por las calles para ver si los veía, pero las monedas me quemaban en los bolsillos y un sentimiento de temor comenzó a invadirme "¿y si les han cogido? ¿y si me delatan? Tengo que hacer algo"- Así que tome una decisión- "Me iré a casa, esconderé las monedas y esperare. Eso será lo mejor"   
 
Llegue sin inconvenientes hasta casa, empuje la puerta y entre. Allí estaba mi madre, sentada, con su vestido descolorido, parecía triste y preocupada. En ese momento metí la mano en uno de los bolsillos y mis dedos tropezaron con las monedas.

-"¿Por qué no?"- me dije- "nosotros también somos pobres y lo necesitamos. Con una de estas monedas ella podrá comprase otro vestido"- Así que encerré una de ellas en mi puño y me dirigí a mi madre. Me pare delante de ella, extendí el brazo y abrí mi mano donde relucía aquel tesoro.

-Toma para ti- le dije orgulloso de mi gran acción. Ella miró la moneda y después me miró a  mi, estupefacta.
-"No sabe que decir"- pensé mientras me invadía un sentimiento de jubilo. Ese sentimiento desapareció cuando de repente mi madre dijo: -¿De donde has sacado esto?- y la mirada que yo ciegamente había creído de orgullo hacia mí se transformo en una mirada de enfado y desconfianza.

- Dime ahora mismo Thomas de donde la has sacado- me grito zarandeándome  del brazo. Esto no es lo que yo esperaba. Estaba tan asombrado que no se me ocurría ninguna respuesta. ¿Por qué no se alegraba?

-Es un regalo mama- balbuceé.

-¿Pero que regalo? ?Que dices, bobo? La gente no regala monedas. O me dices de donde a salido o te vas a enterar.

- Del cestillo de la iglesia- dijo una vocecita desde la puerta, era Claris que acababa de entrar y nos miraba asustada- ¿que pasa mama?

-"Oh no"- pensé- "¡Esto es el fin! Como se le ocurre decir algo así a esta niña estúpida". Todo el orgullo que había sentido aquel día por ella se borro de un plumazo, volvíamos a la realidad- "Niña estúpida, te vas a enterar cuando esto termine"- me repetía a mi mismo.

-¿De la iglesia? ¡De la iglesia!- grito mi  madre- Dios mío- dijo santiguándose- ¿Como se te ha ocurrido? ¿ Que clase de hijo he criado?

-Pero mama, somos Robin Hood- acerté a decir

-¿Que Robin Hood? ¿Eres tonto hijo?

En ese momento hubiese querido ser el pájaro ese de los dibujos de las tazas de té, ¿como se llamaba?. Zas!!! El bofetón de mi madre me regreso a la realidad.

-Esto lo arreglo yo- dijo y agarrándome de la oreja me saco por la puerta.

¡Ahora si que estaba perdido!

Al domingo siguiente allí estaba otra vez. En pie, delante del banco, con mi gorra en las manos, la cabeza baja, en silencio. Mi madre estaba junto a mi y mis amigos esparcidos por los bancos de detrás. ¡Todos mis amigos! Todavía nos dolía la paliza de nuestras madres y del cura, y aún nos esperaba el castigo mas largo de la historia de los castigos.

Suspire-"Quisiera ser un colibrí".





FIN



Aurora Pastor
Agosto 2014

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